Te has sentido alguna vez víctima de esta situación? Este escenario, que todos hoy en día sufrimos con frecuencia, es un ejemplo claro de lo que voy a argumentar en este artículo.
Todas las personas tenemos el derecho a que se nos preste atención como individuos. No somos iguales a los demás. Somos únicos, y por lo tanto, no podemos esperar justicia de un sistema automático que nos despacha como a números. Un sistema en el que se te valora como un número, como un código de barras, o como un DNI, y en el que no existe la posibilidad de evaluación particular o solución personalizada ejercida por un ser racional que puede tomar decisiones, es un sistema esclavista.
El exceso de avances tecnológicos ha creado una sociedad en la que domina en gran medida la automaticidad de la máquina o de los herméticos deshumanizados.
Cuando se elimina el factor humano de discernimiento, diferenciación y evaluación de los datos, cuando todo cae en un automatismo o hermetismo mecánico, la evolución puede volverse y de hecho se vuelve opresiva.
La evolución, la maquinaria, o la creación de sistemas viables para gestionar grandes masas, datos o personas, se vuelven dañinos si traspasan los límites de la influencia humana.
Al fin y al cabo, cada persona y cada situación son diferentes, y los sistemas de automatismo tienden a operar según datos no evaluados que han sido previamente introducidos.
No son sistemas inteligentes. Sólo computan pero no observan, evalúan o valoran. Solo un ser humano en plena facultad puede valorar una situación para buscar la mejor solución.
Todo lo que lleva a un exceso de automatismo, toda información excesiva y automática (como por ejemplo los emails spam masivos que son la comunicación más absurda, compulsiva y aberrante que existe) es dañino para la coherencia de la sociedad y es el reflejo de un mundo que ha caído en el sin sentido.
No debe haber sistemas que anulen por completo la capacidad de auto determinismo y poder de decisión de los individuos.Estados Unidos, por ejemplo, y también otros países (avanzados entre comillas), están muy sometidos al automatismo. La gente no se da cuenta, pero somos totalmente dependientes de sistemas de masas: política de aeropuertos con sus controles con Rayos X y paros continuos, medios de comunicación con información alarmante o alterada, excesiva comunicación audiovisual manipulativa, sistemas automáticos cuando vas o llamas por teléfono a grandes empresas...
Un sistema de control masivo, regido en cierta medida por políticas y procedimientos, sólo puede ser viable siempre que pueda ser chequeable, ponderable y modificado por un ser humano si la situación lo requiere.
Puede facilitar las cosas siempre que el ser humano pueda ser causativo sobre el sistema cuando lo desee y beneficiario de ese sistema y sus comodidades cuando lo desee.
Cuando sientas que te enfrentas a un sistema, como generalidad, y no puedas encontrar a una sola persona que tome responsabilidad por ti, ya que no hay personas, si no robots, te estás enfrentando a un monstruo supresivo.
Cuando sientes que hablas con máquinas en lugar de personas, estás experimentando uno de los grandes problemas de este planeta.La sociedad en la que vivimos está creando, poco a poco, solapada dependencia de los sistemas herméticos. Lo hacen de forma gradual, van ejerciendo control sobre nosotros tan poco a poco, que no nos damos cuenta o incluso nos llegamos a creer que lo hacen por nuestra seguridad o por nuestro bien.
Por ello no nos rebelamos como hacíamos antes, cuando la supresión podía verse con más claridad y por tanto podías rebelarte contra ella.
Nos están volviendo peligrosamente esclavos; nos están robotizando sin que la mayoría de nosotros tengamos la más mínima idea de ello.