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LA EVIDENCIA CIENTÍFICA NO SIEMPRE ES GARANTÍA DE SALUD

LA EVIDENCIA CIENTÍFICA NO SIEMPRE ES GARANTÍA DE SALUD
Hoy en día se hace mucho énfasis en que todo lo que se afirme a nivel medicinal, esté científicamente comprobado. Eso está bien, pero estamos en un punto en que se está llevando esta postura a un nivel demasiado radical e intransigente hasta casi llegar a la incoherencia. ¿Se necesitan realmente muchos estudios y un papel acreditativo para garantizar la funcionalidad de un producto o elemento medicinal?
 

NO SIEMPRE ES ASÍ

Aquello que se ignora o no se conoce lo suficiente, necesita ser estudiado y probado concienzudamente antes de confirmar sus propiedades y beneficios. Por ello, los estudios científicos se hacen con el fin de demostrar la funcionalidad o no de algo. Esto es muy correcto, pero hay otras fuentes de salud cuya eficacia está demostrada desde hace siglos. El tiempo y la experiencia también demuestran la funcionalidad de las cosas, sin requerimiento de estudios científicos oficiales y firmados.
¿Acaso se necesita un estudio científico para confirmar que respirar aire puro sana nuestro organismo?, ¿necesita estudio científico la afirmación de que cuando estamos enfermos a nivel digestivo, el ayuno parcial o el tomar caldos suaves y calentitos nos ayuda a sanar más rápido?, ¿es necesario demostrar científicamente la realidad de que cuando una persona está enferma, recibir cariño y caricias la ayuda a sanar más rápido? La respuesta es no, no es necesario debido a que se trata de factores curativos que se vienen demostrando desde hace miles de años. Son fenómenos tan evidentes y observables, que pueden afirmarse y usarse abiertamente sin necesidad de estudios adicionales.
Considero relevante matizar todo esto, de forma que comencemos a comprender que el poder curativo no se halla solo en las cosas que tienen evidencia científica oficial. Hoy en día nos quieren hacer ver que solo los fármacos tienen poder curativo porque cuentan con estudios y evidencias de sus propiedades. Esto tiende a crear una postura de menosprecio hacia las técnicas curativas naturales y tradicionales que llevan  practicándose desde que el hombre es hombre, por médicos antiguos, boticarios, madres, abuelas, etc.
En los medicamentos, están científicamente comprobadas sus indicaciones y también sus efectos secundarios. El medicamento Diane (anticonceptivo), por ejemplo, está científicamente probado, y de hecho, en el prospecto, indica que como efecto secundario  puede causar cáncer de mama y de útero. Esto es un ejemplo que no siempre los productos con estudios científicos son garantía de salud.
Bote de pastillas derramado

LA EVIDENCIA CIENTÍFICA VA MÁS ALLÁ DE LOS MEDICAMENTOS QUÍMICOS

No solo los medicamentos pueden vanagloriarse de tener evidencia científica. También hay numerosos estudios de materias primas naturales cuya eficacia ha sido demostrada tras profundas investigaciones. En el enlace que puedes ver a continuación, se habla acerca de un estudio científico que demuestra las propiedades del Ginkgo Biloba: http://www.ema.europa.eu/docs/en_GB/document_library/Herbal_-_HMPC_assessment_report/2014/02/WC500161208.pdf
Como puedes ver, también los principios activos procedentes de materias primas naturales están despuntando en cuanto a su eficacia, científicamente demostrada a la hora de mantener el cuerpo nutrido y depurado, además de mejorar la calidad de vida, potenciar las defensas del organismo y frenar en gran medida el envejecimiento celular.
Estos productos o complementos alimenticios, compuestos por principios activos naturales y concentrados, son también conocidos por el nombre de nutracéuticos. Son reconocidos por su eficacia y por ser respetuosos con el cuerpo humano, algo que es respaldado por los estudios realizados. Al mismo tiempo, al no tratarse de medicamentos químicos y por tanto, carecer prácticamente de efectos secundarios, son los productos del futuro y la mejor herramienta para los profesionales de las ciencias naturopáticas.

CONCLUSIONES

Quiero reiterar que tener evidencias científicas es muy positivo tanto a nivel de fármacos como de complementos alimenticios o nutracéuticos, pero no debemos ser herméticos con esto. Debemos ser capaces de observar, y tener la mente abierta para darnos cuenta de que hay muchas otras cosas que favorecen la curación, y que son elementos sencillos y naturales, de toda la vida. Factores que uno mismo puede aplicar en sí mismo y en otros sin depender de complejidades.
Y es que a veces uno puede curarse a sí mismo bañándose en agua pura, en agua de mar, paseando por la arena de la playa, desconectando en un lugar oxigenado, recibiendo un masaje o durmiendo bien. Estos son elementos curativos de toda la vida que demuestran que la evidencia científica, aunque es un buen añadido, no es una condición sine qua non para que algo sea efectivo.