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QUIMIOTERAPIA: UN VENENO “QUE CURA”

QUIMIOTERAPIA: UN VENENO “QUE CURA”

El dolor de cabeza puede deberse a distintas causas: por falta de agua o de minerales, por comer en exceso o no comer, por estreñimiento, por no dormir bien, por la menstruación... Lo óptimo sería tratar de identificar el origen del dolor de cabeza, realizando un diagnóstico individual para cada persona, así como un tratamiento adecuado para ese caso. Sin embargo, cuando nos duele la cabeza, tendemos a tomar un analgésico para “solucionar” el problema.


Tejo, un árbol milenario de los bosques españoles, del que se extrae el Taxol.

Es incorrecto tomarnos una pastilla cuando nos duele la cabeza. Si el síntoma viene de beber poca agua, esa pastilla no solucionará el problema, y si es por el consumo de sustancias tóxicas, la desintoxicación no se producirá con el fármaco.

Si a una persona que es muy activa y hace mucho ejercicio le duele la cabeza, y es recetada con una pastilla todos los días durante muchos años, no solo no se está solucionando su problema, sino que se le está creando una insensibilización al dolor y se está intoxicando su organismo, pudiendo causar otros desajustes derivados del consumo de esta pastilla.

Cuando se receta una pastilla para acabar con el síntoma sin preocuparse por su causa real, se está incumpliendo un punto clave y básico sobre la responsabilidad al estar permitiendo que el paciente adquiera un mal hábito y que, por lo tanto, persista su desajuste interno. Lo que habría que hacer es aplicar a la persona un tratamiento basado en un diagnóstico previo por el que se haya averiguado el origen o causa de la dolencia.

Estar tomando una pastilla está impidiendo que se conozca el origen de nuestro problema. Un claro ejemplo son algunos eslóganes que nos dicen cuando vemos la tv, anunciando ciertos fármacos: “Alivia los síntomas de la gripe”, es decir, no se centran en regular el cuerpo y equilibrarlo, sino que lo que buscan es que no te enteres de que estás mal. Y es que las pastillas no lo curan todo, ni a todo el mundo.

Esto son solo unos ejemplos, ya que con los problemas de salud actuales se procede de igual modo: no se está abordando la raíz del problema; si hay un diagnóstico se puede aplicar un tratamiento; pero si no lo hay, el tratamiento se vuelve arbitrario, genérico e impreciso. Se debe aplicar una solución correcta a cada problema.

Con el cáncer, sucede lo mismo, cada día hay más personas con cáncer, ¿por qué?, ¿qué está pasando? Resulta que nadie sabe de dónde viene el cáncer… o quizás si se sabe, pero no conviene decirlo…

Hay un árbol milenario, que crece en los bosques españoles, que se llama tejo; fue un árbol sagrado y venerado por los celtas. Sus tallos, semillas y hojas son venenosas, lo único que no es venenoso es su fruto. Lo utilizaban como veneno para emponzoñar las flechas o las lanzas en sus luchas, no mataba la flecha o la lanza en sí, sino el veneno que inoculaba. Incluso cuando los pueblos eran sitiados muchos de los pobladores, preferían envenenarse con una pócima hecha a base de semillas de este árbol.

En la actualidad, hay un producto para la quimioterapia llamado “Taxol”; curiosamente, una de las sustancias del tejo es precisamente el taxol, que es un alcaloide, es decir un veneno. La cocaína y el opio también lo son. Hay una empresa farmacéutica que le está dando este producto a las personas que tienen cáncer.

El “Taxol”, tiene unos efectos secundarios y hay un prospecto donde se indica: “puede producir inflamación de los pies o los tobillos, incremento de los valores de los análisis de sangre que miden la función hepática, problemas hepáticos, presión arterial baja…”

Hay una gran falta de responsabilidad por parte del paciente, de los profesionales y de las farmacéuticas, que saben de sobra lo que es el taxol, la radioterapia y la quimioterapia, pero aún así, continúan recurriendo a ellos.

Al punto al que queremos llegar es al tema de la diagnosis. Si una persona fumadora con cáncer de laringe o bronquios está recibiendo radioterapia o quimioterapia, pero se le permite seguir fumando y comiendo mal, el problema no se va a solucionar; es más, el paciente creerá que tiene una enfermedad y que con la aplicación del “Taxol” se va a curar, cuando en realidad el problema viene del envenenamiento diario y constante al que está sometiendo a su organismo a causa de sus malos hábitos.

En conclusión, los medicamentos son productos químicos que no son compatibles con el cuerpo humano. Basta con observar la naturaleza para darse cuenta de cómo millones de especies animales y vegetales recurren a la propia naturaleza para equilibrar su organismo cuando no se sienten bien. Nosotros, en cambio, estamos acostumbrados a vivir en el desconocimiento y en la ignorancia, siendo más cómodo que nos digan qué hacer y qué tomar cuando tenemos un problema, en lugar de preocuparnos por averiguar e investigar el porqué de las cosas, y no aceptar cualquier tratamiento que nos quieran “aconsejar”. Nadie va a hacer nada por nosotros, únicamente nosotros mismos; de ello depende nuestra vida y nuestra salud, pero no solo físicamente, sino también mental, emocional y espiritualmente.