Muchas veces no sabemos discernir si lo que nos está pasando es algo físico o por el contrario se trata de algo emocional, espiritual o mental.
A menudo creemos que nuestro problema es físico, cuando la raíz de nuestra dolencia se debe a un tema emocional.
A veces nos sentimos mal y no sabemos con exactitud el motivo. Sabemos con certeza que no estamos bien, pero no sabemos si es por motivos físicos o por motivos emocionales. Puede ser que estemos tristes, que no estemos durmiendo bien, que tengamos ansiedad o que estemos cansados o simplemente nerviosos… Incluso hay veces en las que comemos y nos acaba sentando mal la comida.
Tener ganas de saltar, de reír o de llorar, de enfadarnos… ¿Todo esto qué es?, ¿a qué se debe? Es una cuestión emocional, que repercute directamente en nuestro cuerpo físico.
Por ejemplo, cuando tienes un sueño o una idea, o cuando nos enamoramos, todo está estrechamente relacionado con este lado emocional o espiritual con el que estamos dotados los seres humanos. Cuando queremos llevar a la práctica nuestras emociones, vamos a necesitar de nuestro cuerpo físico para materializar todo lo que soñamos, y es por esto por lo que decimos que lo emocional acaba repercutiendo en el aspecto físico.
A pesar de esto, es muy frecuente pensar que muchas dolencias provienen exclusivamente de un problema físico y que podemos solucionarlo con pastillas, con drogas psiquiátricas o con estupefacientes. Y aquí reside nuestro error, ya que aun sabiendo que con estos “remedios” no se va a solucionar nada, los tomamos para mitigar el dolor temporalmente y para autoconvencernos de que el problema ha desaparecido. En muchos casos nos encontramos ante problemas de índole emocional o espiritual que nos aquejan de manera constante y que no somos capaces de distinguir de un dolor físico.
NUESTRAS EMOCIONES Y EL SISTEMA ENDOCRINO
Cuando estamos atravesando una determinada situación emocional, nuestro sistema endocrino que está formado por glándulas que generan hormonas, va a desempeñar un papel muy importante en nuestro estado.
Las glándulas se dedican a fabricar hormonas. Algunos ejemplos serían el páncreas, que fabrica insulina; la tiroides, que fabrica tirosina; la glándula pineal, que fabrica melatonina; las glándulas suprarrenales, que fabrican cortisol y adrenalina; y la pituitaria o hipófisis en la cabeza, que genera la hormona estimulante tiroidea. No podemos olvidarnos de otras hormonas que también genera nuestro organismo, como los estrógenos, la progesterona o la testosterona.
Como decimos, todas estas glándulas junto a otras tienen como función la generación de hormonas, y forman parte del sistema endocrino, que se encarga de ordenar y equilibrar nuestro organismo para que muchas otras funciones necesarias se lleven a cabo.
Para que todo esto quede más claro, podemos poner como ejemplo las hormonas que genera nuestra glándula pineal cuando llega la noche y comenzamos a sentir sueño: esta glándula genera melatonina y es la causante de que sintamos esa necesidad de dormir, para que nuestro cuerpo pueda descansar y repararse.
Cuando no dormimos bien por alguna razón, lo que va a ocurrir al día siguiente es que como no habremos descansado, nuestro organismo no se habrá reparado del día anterior y otras glándulas van a intervenir para intentar reajustar el desequilibrio. Debido a esto, es posible que mientras dure este proceso de reequilibrio y hasta que descansemos debidamente, sintamos frío o calor, que estemos nerviosos, alterados, enfadados...
Lo mismo sucede cuando estamos sometidos a una tensión o situación emocional que desequilibra nuestro organismo: el fallecimiento de un ser querido, una ruptura de pareja, la pérdida del empleo, etc. Todas estas situaciones van a hacer que nos sintamos mal, que estemos tristes y con ganas de llorar o de gritar; van a afectarnos físicamente desgastando nuestra vitalidad celular y debilitando nuestras defensas, lo que puede derivar en la aparición de diversos problemas de salud como taquicardias, sudores fríos, ansiedad, contracciones musculares, problemas de vista, pérdida del sueño o del apetito, estreñimiento…
Esto sucede cuando alguna glándula suprarrenal se ha excitado más de la cuenta y está fabricando más cortisol y adrenalina de la necesaria, lo que va a afectar no solo al sistema endocrino, sino al resto de órganos de nuestro cuerpo.
Se está produciendo una alteración física a partir de problemas emocionales y anímicos que no se va a solucionar tomando pastillas de ningún tipo, ya que esto no va a ser más que un “parche” que va a impedir averiguar cuál es el verdadero origen del problema, cuando lo que hay que hacer es ir a la raíz. Con toda esta información y si observamos y analizamos nuestro propio cuerpo podemos aprender a diferenciar entre un problema puramente físico y un problema emocional. Si llegamos a obtener este conocimiento de nosotros mismos, estaremos preparados ante los golpes que pueden presentarse en la vida y estaremos lo suficientemente prevenidos para poder encararlos, aceptarlos y solucionarlos de la forma más adecuada posible.